Jesús NO ES tu amigo
- edgar mirones
- 11 oct 2020
- 2 Min. de lectura
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La figura de Jesucristo es la más importante de occidente. Y cuando vemos la historia de la cultura occidental solo podemos encontrar guerras que han decantado en la frivolidad más absoluta. ¿Este es el mundo que trajo este ser que es Dios hecho carne?
La prédica de Cristo es de pasividad. Avisa que se viene el fin del mundo y que solo a través de él encontraremos el verdadero sentido de la vida. El crucifijo ha sido el instrumento de domesticación de los seres humanos. Invita a la negación de uno mismo, al sacrificio y a poner a los demás antes que a nuestra propia integridad. ¿Se puede tomar a esto realmente serio? La mente madura y seria reconoce en Jesucristo una ridícula figura contraria a la libertad y la vida.
Pienso en esas pobres personas que han dedicado su vida a la religión. Víctimas de su ingenuidad se han encerrado en un monasterio o a predicar un evangelio. Toda su existencia ha cobrado el sentido de un montón de fantasías. La persona de pensamiento profundo jamás haría algo así. Es la carencia de filosofía, erudición y filosofía que lleva a las personas a tomar refugio en la bajeza y tontería extrema que resulta el cristianismo. La cruz es la negación de la mente.
Los cristianos indican que Jesús es amor. ¿Amor de qué? No es una amistad, ni una pareja, no es alguien con quien puedas mantener una conversación. Los fieles no se dan cuenta que Cristo no es más que un amigo imaginario. El bienestar que experimentan no es más que una autohipnosis terapéutica, pero ninguna otra divinidad más que sus propios inconscientes les están escuchando.
Este apego a Cristo solo demuestra una atroz dependencia emocional. No es de sorprender que cuando las personas tienen buena salud mental y no abandonan su religión, se tornan en religiosos no practicantes, que solo se acuerdan de la doctrina para celebrar matrimonios o entierros.
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La luz de la sabiduría nos aleja de las tinieblas de la imaginación religiosa y nos acerca a la experiencia de lo real. Jesús nos invita a alejarnos del mundo. El amor cristiano nos ha llevado a una culpa existencial. El verdadero amor proviene de amar la vida. ¿Cómo se puede apreciar la existencia alabando a un hombre destrozado en una cruz? Quien ama la vida ama a los espíritus robustos y fuertes.
El Jesús bíblico es solo un pobre líder de secta que con el pasar de los tiempos ha sido endiosado. El sacerdote no es más que un histérico que encuentra en los rituales un descanso para su histriónica psiquis. El enemigo de Cristo es la inteligencia, la duda. Recordemos que Descartes decía que es por medio de nuestra duda que cogemos confianza en nuestra existencia.
Poco me sorprende que muchos alcohólicos encuentren refugio en Cristo. Cambian al trago por Cristo. Esto nos demuestra que la fe en Cristo es un estupefaciente para alejarnos de los movimientos de nuestro mundo interior. Un recurso para mantenerse como un infante grande en vez de buscar evolucionar la mente.
Cristo no da libertad sino descanso a quienes no la tienen. Solo los verdaderamente sabios pueden ser libres. Jesucristo es el bálsamo de la muchedumbre y algo a superar para el espíritu maduro.
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